¿Al final qué vemos, escuchamos o
leemos…?
Por: Micaela Y. Ortuño Huata
Año
tras año ha sido un tema de conversación
muy concurrido el papel que cumplen los Medios de Comunicación en la sociedad.
Las normas que caen en
los hombros de los mass media en América Latina, han evolucionado, puesto que
ahora tienen nuevas regulaciones. Las mismas combinan respuestas frente a
distintos problemas en diferentes ámbitos: sociales, económicos y sobretodo
políticos.
El modo en que se
regula este sector, es un indicador de como el estado puede manejar cualquier
ente social.
A través del tiempo y
con mucha ayuda de la tecnología, cualquier individuo puede abrir un blog o
crear una cuenta en Facebook o Twitter y
publicar lo que piensa. Gracias a esto se abren muchos debates en los cuales se
tratan diferentes temas.
Si enciendo en este
momento la televisión, una radio o leo un periódico puedo ver como la
publicidad ha colapsado su programación o contenido. ¿Cuántos cortes
comerciales tiene un programa? Cuántos productos venden?¿En fin cuánto capital
cultural me ofrece?
¿Y es que todos los
medios tratan de decir lo mismo? ¿Quién los controla? En la grilla
nacionalson pocos los medios que tienen
diferente pensamiento y lo peor tal vez no cuentan con un raciocinio bien fundamentado. ¿Al final qué estoy
viendo?
Cuando quiero librarme
y dejar de escuchar sobre lo bien que marcha nuestro país o por el contrario
decepcionarme de la realidad en que vivimos. Me encuentro con programas
nefastos que tratan de llamar la atención poniendo en frente de sus espectadores
mujeres con muy poca ropa o programas sin sentido, hasta malas copias de programas extranjeros que distraen y
entretienen a la ciudadanía.
Se ha utilizado mal el
concepto de medios con una misión de servicio público, ya que por todas partes
tenemos la intervención gubernamental y la venta de productos de cualquier
tipo.
La tecnología en estos
tiempo te da la facilidad de elegir que canales quieres ver gracias la
televisión por cable o también conocida como televisión por paga.
Ahora uno decide con
que detergente quiere que le laven el cerebro.
Micaela, tu nota es 8 sobre 15
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